lunes, 23 de marzo de 2009

La Risa Sagrada


Por Ana María Vargas
" Cuando la risa ayuda sin causar daño, cuando una risa ilumina, realiza, reordena y reafirma el poder y la fuerza, es una risa saludable. Cuando la risa hace que la gente se alegre de estar viva y de estar ahí, más consciente del amor y fortalecida por el Eros, cuando disipa su tristeza y libra de la furia, es una risa sagrada. Cuando la gente se siente más grande y mejor, más generosa y sensible, la risa es sagrada".(Clarissa Pinkola Estés, 1998)
En una cultura que contrapone lo serio al placer, que ubica en polos opuestos, además irreconciliables, lo sagrado y la risa, puede sonar como salido de tono hablar de una "risa sagrada".
No es nuevo homologar lo adulto a lo rígido, la madurez a lo racional, la "falta de seriedad" a un actitud despreocupada e irresponsable frente a la vida, y por ende lo sagrado a lo serio; pero no siempre fue así.
Una cultura milenaria, la china, ya diferenciaba desde hace cinco mil años varios tipos de alegría. Ello se expresa en el ya conocido por muchos I - Ching, libro oracular y de sabiduría de la antigua china, en donde confluyen las dos tendencias de pensamiento que marcaron la historia de este pueblo: una individualista, el tao propuesto por Lao Tsé, y otra social propuesta por Confucio. En este texto se hace referencia a "diversas formas de alegría " que rodean al ser humano: unas que manan del propio fuero interno y otras que se allegan desde afuera. De las primeras dice que "albergan la reposada certidumbre del corazón afirmado en si mismo", de las segundas que "ejercen un influjo tan grande que arrastran".
Nuestra cultura no explicita tal diferenciación, solo señala aquella entre lo risible y lo no risible. Sin embargo, quienes acuñan y abogan por la construcción de una sociedad que propicie la salud integral del individuo han puesto sus ojos en la risa, expresión de la alegría, como elemento motor, inherente y necesario al bienestar de los individuos y de las culturas.
Entre ellos Branko Bokún, médico griego, quien en su libro El Humor como Terapia describe las bondades del acto y del sentir de la alegría, no solo en lo fisiológico sino también en lo Psicológico; entre ellas enuncia el control del stress, la nutrición de la autoestima, el fortalecimiento de los lazos sociales - y por tanto de la convivencia pacífica - y el mejoramiento general del funcionamiento nervioso, circulatorio e inmunológico del cuerpo.
Pero esta apuesta no diferencia alegrías: parece enfatizar en el acto de reír, en aquellas alegrías que se " allegan desde afuera". Quizá por eso esta visión de la risa como algo terapéutico es colocada por muchos dentro de lo que se conoce como buen uso del tiempo libre y como parte publicitaria de la gran industria del entretenimiento: la risa como mercancía. En este sentido se parafrasea el nada novedoso adagio de "un tiempo para cada cosa" en donde el espacio para reír se excluye del espacio para trabajar… para lo serio. Otros lo plantean como un asunto de actitud hacia la vida y así acuerdan con lo dicho en el I Ching, cuando describe una cierta alegría tranquila que no espera nada y se contenta de todo; una alegría a - crítica, esto es, al margen de lo racional, pero que lo alimenta a cada paso, que lo moviliza hacia el reconocimiento de eso otro, entre otras cosas, tan humano como el pensamiento: la emoción.
Humberto Maturana, biólogo e investigador chileno, señala la base de la convivencia social en el entrelazamiento del lenguaje y la emoción.
La racionalización de la existencia ha dejado de lado el emocionar y ha privilegiado el lenguaje como si fuera posible separar tajantemente ambos aspectos del devenir cotidiano de los individuos. De ahí quizá que muchos planteen el hecho de dejar los "problemas personales en el umbral de la oficina"; un esfuerzo de olvido de si mismo que fracciona el alma y la vida, que trae sus efectos sobre el ser: tristezas, rabias, inconformidades que expresamos relacionadas con nuestro trabajo cotidiano son fruto, en parte, de este fraccionamiento.
Puede verse aquí el efecto natural de una sociedad que se centra en lo intelectual en detrimento de lo emocional, que por temor a la "invasión del instinto" ha llegado al polo de la razón como salvavidas en el mar de la existencia; cultura, entonces, que no "enseña a nadar".
Pero es que vivimos un momento histórico dividido que divide, quizá por esto sumar esfuerzos o multiplicar posibilidades sea tan exigente dentro de un grupo de trabajo. A pesar de ello, esa "risa sagrada" que re - une, que fortalece, que hermana con la vida - con el hecho mismo de " estar ahí " -, no es algo perdido en el vacío del tiempo sino una posibilidad dormida, quizá olvidada, pero no extraña o irrecuperable. Esto lo confirma Shree Rajness Bhagwan, místico de nuestro tiempo, cuando propone la imagen de "Zorba, el Buda": una aleación - difícil de comprender para nosotros - de un vividor griego con el iluminado por excelencia, de
la alegría humana con la sabiduría divina.
El hecho de que la risa, como algo vivificante, más allá y más acá de un rato divertido, sea hoy tema de charla, de escritura, de reflexión, significa que es accesible; refiere a esas polaridades inherentes a la naturaleza humana, y no humana, que, por más cultura en contra que construyamos, no pueden ser destruidas. " Todo lo que se pierde en la psique humana es recuperable en alguna medida", dice Pinkola, y a eso nos invitan hoy muchos autores, de muchas disciplinas, a recuperar, a re - conocer en nosotros aquello que el entorno silencia y nos silencia.
Pues todo lo que a la luz manifiesta una sola polaridad de la existencia guarda en la sombra, con la misma intensidad, su contrario, y esa lucha entre lo que quiere salir y lo que se le opone es reconocida - desde muchos frentes - como una de las fuentes fundamentales para que este momento histórico se caracterice por la desazón, la tristeza y la desesperanza.
Sea esta, entonces, la ocasión de reflexionar en torno a nuestras alegrías, de poner atención a eso que clama desde adentro pero que no queremos o no creemos importante escuchar.
Invitación a pensar y a sentir la posibilidad de que fluya el "ser", de que el corazón se inquiete - aún detrás del escritorio - y que, tras su movimiento, surjan los sonidos cantarinos de una risa fortalecedora, erótica - del Eros -, que llene de nuevos perfumes nuestro lugar de trabajo, que nutra la vida cotidiana y nuestro entorno… que apasione por lo que hacemos y re teja nuestros lazos con los otros en el sentido de una cotidianidad cargada de alegría profunda, propia. Quizás así, de gota en gota, podamos aportar para que estos "lugares de trabajo" sean una fuente de vida y no de fraccionamiento e inconformidad… camino de uno a uno, que aun creemos posible quienes consideramos válido que soñar y poner en palabras lo que se sueña son los primeros pasos para construir un nuevo mundo.

BIBLIOGRAFÍA
Bhagwan Shree Rajneesh, Vida, Amor y Risa. Editorial Endymion, Medellín, 1992.
Bokún Branko, El humor como terapia. Tusquets, Barcelona, 1987.
Maturana Humberto, El Sentido de lo Humano (8ª Edición). Ediciones Dolmen, Santiago de Chile, 1996.
Pinkola Estés Clarissa, Mujeres Que Corren Con Los Lobos. Ediciones Grupo Zeta, Barcelona, 1998. pg 558
Richard Wilhelm, I Ching: El libro de las mutaciones. (5ª Edición). Edhasa, Madrid, 1982. pg 290 a 292.

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